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martes, 26 de julio de 2011

Capítulo 4: ¿Benzene?



Capítulo 4: ¿Benzene?

Volvió a sonar el despertador a las 7:00 a.m., Poochy empezó a ladrar y a darme leves golpes con la cabeza para despertarme y que apagase el despertador. Alcé mi mano y le di al botón del despertador y se apagó, haciendo que Poochy se calmara un poco. Me levanté, con pereza, y me cambié rápidamente para ponerme el uniforme escolar. Una vez que ya estuve lista, fui a la cocina y saqué un poco de comida para el perro y más agua, para que pudiera estar solo tranquilamente.

-Cuando vuelva del instituto te compraré algo de comida, ¿vale? –le dije al perro y lo acaricié varias veces en la cabeza, para irme, cerrando la puerta con llave y Poochy dentro.

Y como siempre, empecé a caminar por el mismo camino hacia el instituto, observando mí alrededor. Noté a varios humanos junto a puntiagudos y me pareció muy curioso, porque apenas he visto a humanos por aquí. Estos eran seguramente sirvientes de los puntiagudos, como han acabado todos los humanos, o al menos en su mayoría. Pocos han tenido la suerte de vivir libre o de trabajar en algún trabajo normal, como por ejemplo mecánico. Así estaba yo por el camino, con mis pensamientos hasta llegar al instituto, quien ya me encontré con Rin, espiándome desde la pared del muro que rodeaba del instituto y que, cuando notó que yo le miraba, se escondió detrás de él. Lancé un leve suspiro y entré, recorriéndome el patio. Entro en el edificio y subo las escaleras, pero Rin sigue siguiéndome y ‘’espiándome’’, solté una leve sonrisa y seguí por el camino hasta llegar a mi clase y sentarme en mi sitio. Apenas había gente en la clase, tan solo dos chicas que hablaban, Rin sentado detrás de mí y yo, sentada. Me quedé pensando en lo que hacía ahora mismo Poochy, solo en una casa que es desconocida para él. Poco a poco empezaron a entrar más personas en la clase y ocupaban sus sitios, hasta que entró el profesor Nergâl. Pasó lista y empezamos a dar clase. Yo me quedaba mirando hacia el profesor, sin apenas atender en clase, pero notaba como Rin apenas me quitaba la mirada. Entre clase y clase, también en el recreo, Rin me gastaba varias bromas como ponerme el pie por delante o tirarme cosas, pero pasaba un poco de él y como era tan predecible, pues podía esquivarlo. Sus amigos del día anterior apenas se acercaban a mí, y los oí diciendo que sus padres les habían prohibido acercarse a mí. En el recreo me encontré con Nergâl, que se acercó.

-Toma, Marie –me dio varios papeles y me quedé mirando, primero a los papeles y luego al profesor.

-¿Qué es? –pregunté, señalando los papeles que me acaba de dar.

-Es el horario de clase, las normas y varias cosas más que entregué cuando no estabas –Respondió –y como no viniste, supuse que no lo tienes, así que guardé unas copias.

-Muchas gracias –Hice una leve reverencia y sonreí levemente. Y tocó la campana.

-Bueno, Marie, nos vemos en clase –Y se fue.

Por el camino leí los papeles que me había dado. Teníamos a 4 profesores en total. Nuestro tutor, Nergâl, era profesor de E.F., Matemáticas y Lengua, a los otros profesores no tenía ni idea de quienes son. Llegué a clase y me senté, así hasta que tocó la campana, avisando de que era la hora de irse. Recogí mis cosas y salí del edificio pero me llevé una sorpresa bastante grande. Poochy estaba sentado en la puerta esperándome. Me acerqué y me agaché para acariciarlo.

-¿Pero cómo has llegado aquí, Poochy? –pregunté.

-Anda, pero si la humana tiene un chucho –Escuché una voz de atrás. No me hizo falta girarme para saber que era Rin.

-Bueno, Poochy, vámonos a comprarte cositas –E ignorando completamente a Rin, me levanté y empecé a caminar con Poochy.

-¡Pero no me ignores! –gritó desde atrás Rin.

Ya por el camino, paré por una tienda de animales, comprando una correa con un collarín de color azul, un plato para perro y comida correspondiente. El dueño de la tienda, un puntiagudo, se echó a reír al verme con un perro, pero pasé de él. Le puse el collarín y la correa y nos dirigimos a casa.

Y así, durante todos los días. Rin intentaba meterse conmigo y al final Nergâl nos echa la bronca, sin saber cómo, Poochy estaba todos los días esperándome y Rin esperando para insultar tanto a Poochy como a mí, hasta que un día…

No apareció.

Al ver que no aparecía, me quedé esperando en la puerta, preocupada ya que nunca se había retrasado. Rin se acercó a burlarse de mí, pero cuando me vio preocupada y mirando la hora y también por todos lados, decidió callarse y pasó de mí. Nergâl, cuando ya todos los alumnos se habían ido, fue hacia la salida y se fijó que estaba aún en la puerta, quieta.

-¿Qué pasa, Marie? –preguntó, acercándose.

-Espero a Poochy… -dije, y volví a mirar a varios lugares, deseando divisar a Poochy.

-¿No ha venido? –preguntó y negué con la cabeza –Si lo veo, lo recojo y mañana lo tienes aquí. –Le sonreí en forma de agradecimiento y se fue.

Al ver que ya iba a hacer de noche y Poochy no aparecía, empecé a caminar deprisa por el barrio, preocupada por Poochy. Pregunté a los pocos que veía pero, o me ignoraban o decían no saber nada. Mi preocupación iba en aumento y ya era de noche, apenas se veía nada en las calles. Fui a casa para ver si estaba, pero al no verlo, en mi empezó a crecer con bastante fuerza una desesperación y salí corriendo en su búsqueda, hasta que volví a escuchar una voz en mi mente. Me llamaba, pero se le notaba cansado y doloroso. Seguí a la voz de mi mente hasta que lo vi.

Era Poochy, tirado en el suelo de un callejón, débil y lleno de golpes, algunas heridas graves de donde sangraba. Lo cogí en brazos y empecé a correr, algunas lágrimas caían sobre mis mejillas, llamé a varios veterinarios, pero ninguno de ellos me abría, y hasta más de uno de ellos, viendo el estado de Poochy, se negaba a curarlo por no tener dinero suficiente, además de que lo daban por perdidos por las heridas. Cansada ya de correr, me senté en una acera y miré a Poochy, como cada vez lo sentía más frío, su respiración era débil y estaba su sangre estaba por mi uniforme. Lanzaba ladridos pequeños de dolor mientras que mis lágrimas eran cada vez más intensas hasta que se convirtió en llanto. No quería que se muriera, lo deseaba con todas mis fuerzas.

De repente, una luz empezó a emanar de mi mano y tocaron a Poochy, y este se quedó rodeado de una luz agradable. Me quedaba mirando, con lágrimas, sorprendida por tal acontecimiento, ya que poco a poco las heridas de Poochy empezaban a curarse hasta que se cerró por completo. Ahora, Poochy descansaba en mis brazos dormido, completamente curado y tranquilo. Miré mis manos, intentando buscar alguna explicación lógica de lo que acababa de pasar, pero no lo conseguía.

Mientras tanto, no tan lejos del lugar. Un hombre, el mismo que estaba mirando a Marie por la ventana, estaba subido a un tejado de una casa cercana, contemplando todo lo que pasaba. Sonrió de forma amplia, mostrando un colmillo.

-Ya está… -dijo en un susurro que parecía lejano y desapareció.

sábado, 23 de julio de 2011

Capítulo 3: Nuevo Amigo


3º Capítulo: Nuevo amigo

El dueño del coche salió, y tengo que reconocer que fue la persona que menos me esperaba ver. Era mi profesor Nergâl, que salió del coche y se acercó a mí, notándose sorprendido de verme ahí sentada, de noche después de que haya faltado al primer día de clase, me quedé mirándole con algo de seriedad.

-¿Qué haces aquí, Marie? –me preguntó, agachándose hasta quedar a mi nivel. Yo seguía en mi posición.

-Sentada, ¿no lo ves? –respondí, con tranquilidad y mirando hacia un lado.

-¿Y por qué no has venido a clase? –volvió a preguntar, mirándome casi sin pestañear, como si me analizara.

-…- No dije nada, aun mirando hacia un lado.

-No vas a contestarme, ¿verdad? –No hice nada, ningún movimiento ni una pequeña mirada hacia el profesor.

Nergâl suspiró y se levantó, a lo que volví a dirigir mi mirada hacia él. Este se acercaba al coche y abrió la puerta del copiloto, invitándome a entrar en el coche. No sabía qué hacer, entrar o quedarme sentada en la acera aunque esa segunda idea no me hacía mucha gracia, así que solté un suspiro y me levanté, entrando en el coche. El profesor soltó una sonrisa al ver que aceptaba su invitación y entró en el coche, en la parte del piloto. Antes de empezar a conducir me miró y noté que tenía el ojo izquierdo negro y el derecho rojo.

-Doy a suponer que te has perdido, ¿verdad? –me sonrojé levemente y miré hacia la ventana –Así que te llevo a casa –y fue cuando puso en marcha el coche.

Me quedé en silencio, mirando como pasaba las calles por la ventana. Sabía que Nergâl sabía dónde yo vivía, pues estaba en la matrícula así que no hizo falta hablarle para decirle mi calle. ‘’Ayuda’’ es lo que escuché en mi mente y me sorprendió bastante, bajé la ventana del coche y saqué la cabeza para mirar a mi alrededor y volví a escuchar la misma voz en mi cabeza. Nergâl vio lo que hacía y paró el coche, y cuando paró salí de este. Miré entre los callejones y noté un movimiento en la sombre y me esperé. De ese callejón salió un pequeño perro grisáceo con las orejas negras, que me miraba fijamente a lo que me agaché y lo cogí en brazo.

-¿Estás solo? ¿Y tus dueños? –El perro solo se me quedó mirando, débil -¿Quieres venir conmigo? –el perro movió la cola y ladró un poco, feliz.

Sonreí y me levanté, con el perro en brazo. Nergâl estaba fuera del coche, fumando mientras me esperaba y no se sorprendió verme con el perro en brazo, tan solo sonrió y volvió a meterse dentro del coche. Hice lo mismo y acomodé al perro entre mis piernas y miro al profesor.

-No…te importa, ¿verdad? –pregunté, mirando de reojo al profesor, acariciando la cabeza al perro.

-No te preocupes, no me importa –tiró el cigarro por la ventana del coche y volvió a conducir.

En menos de 15 min. llegamos a la puerta de mi apartamento y me bajé del coche con el perro en brazos. Me acerco a la ventana del profesor y este se me quedó mirando desde dentro del coche. Alzó una mano y acarició suavemente al perro.

-Soy tu tutor, así que cualquier problema que tengas, avísalo- me lanzó una leve sonrisa y miró hacia el frente, y noté que su oreja izquierda sí que era puntiaguda. Me aparté un poco y el coche arrancó, alejándose.

Me metí en mi apartamento y dejé al perro libre, para que oliera su nuevo hogar. El apartamento no es muy grande, pero tiene lo necesario para vivir, un cuarto, una cocina, un pequeño salón-comedor y un cuarto de baño, con decoración sencilla. Dejé mi cartera en la pequeña mesa del salón y fui a la cocina, sacando de la nevera unas salchichas y se las di al perro, que se lo comió con bastante rapidez. En un plato, lo llené de agua para que pudiera beber.

-Mañana te compraré comida para perro… -y me quedé pensado en el nombre –y te llamaré… ¿Poochy? –el perro movió la cola, alegre.

Sonrío y abrazo a Poochy. Empecé a caminar hacia mi cuarto y entré, mostrando un cuarto no muy grande, pero con un escritorio en la parte derecha y al lado el armario. La cama estaba en la parte izquierda y en frente, una ventana con una pequeña terraza, que te dejaba a la vista gran parte de la calle. Me quité la ropa y me puse una camiseta de tiranta de color rosa pastel con un pantalón corto a juego. El perro se subió a la cama y esperó a que me echara, algo que me sacó una sonrisa y me tumbé en la cama, al lado de Poochy, que empezó a jugar con mi mano con suavidad y moví mi mano, para darle más juego.

-¿Sabes, Poochy? A partir de ahora serás mi amigo –Poochy pareció entenderlo, pues empezó a hacerme mimos con su cabeza en mi mano –Aunque me pregunto… ¿Qué hacía el profesor a esas hora de la noche?

Me quedé boca arriba, pensando en todo lo ocurrido en este día, el cómo me hice un rival y me hizo perder un día de clase, sobre el profesor Nergâl, que no se había enfadado conmigo y encima me había ayudado, trayéndome a casa y del como escuché la voz de Poochy en mi mente. Me giré para verlo, pero se había quedado dormido, acurrucado sobre sí mismo. Cierro los ojos para dormir también deseando, en cierto modo, que llegara el día siguiente para ver qué es lo que podía pasar.

Afuera del apartamiento. Un hombre estaba observando desde el tejado de la casa de enfrente a Marie, que se había quedado dormida con el perro. Este hombre llevaba una capa, que le tapaba todo el cuerpo y solo se le dejaba ver el ojo izquierdo, rojo como la sangre misma y, al cabo de un rato, desapareció.

jueves, 21 de julio de 2011

Capítulo 2: Secretos y un nuevo rival.

2º Capítulo: Secretos y un nuevo rival

Una vez que el profesor se presentó, empezó a explicar las mismas reglas de cada año, nada cambiaba ni un poco. Algunos alumnos estaban atentos al profesor, pero yo solo me quedaba mirando al profesor sin escucharlo, absorta en mis pensamientos... ¿por qué no dijo nada en mi contra cuando me peleaba con otro? lo normal hubiera sido castigarme o expulsarme de la clase, pero tan solo dijo una frase y daba su clase con normalidad. El moreno tampoco atendía, solo se quedaba mirándome con un brillo en los ojos, enfadado, iba a ser un día muy duro. Una vez que el profesor terminó su explicación, nos pidió que salgamos en orden a decir nuestro nombre, edad y contando algo de nosotros. En ese momento maldije al profesor, porque eso sería una de las formas para meterse conmigo, pero que se le va a hacer, así son los puntiagudos.

Empezaron a salir varios alumnos a decir su nombre, pero ninguno de ellos me interesaba, salvo uno, que salió y escribió su nombre con bastante energía, mirando a todos. Era el moreno que se metió conmigo.

-¡Hola! Me llamo Rin Asmtred y soy el futuro heredero de la gran compañía Asmtred –Casi gritó, y apto seguido señaló hacia un sitio. El mío, para ser exacto –Y tú, humana sin nombre, te las verás con alguien tan grandioso como yo- Dijo con decisión y brillos en sus ojos. ¿Qué hice yo? Pasar de él, algo que no le gustó mucho.

-Asmtred, a tu sitio, que no quiero pelea –ordenó el profesor y este lo obedeció, pasando al lado de mi sitio y mirarme.

Lancé un leve suspiro y volví a mirar a los alumnos que salían uno a uno hasta que, por desgracia, me tocó a mí. Me levanté lentamente y caminé sin ganas por el pasillo, esquivando los pies que, misteriosamente, estaban en mi camino. Llegué hacia la pizarra y escribí mi nombre con letra cursiva y me giré, para ver a la clase entera y al profesor, que estaba tomando notas de lo que podría ser el carácter de los alumnos y cosas de esas que escriben los profesores de nosotros.

-Me llamo Marie Schenezl, y como podéis ver, soy una humana –dije, con total tranquilidad, mientras se escuchaba los murmullos de todos los alumnos –No tengo padres, no soy de una familia rica ni nada parecido a lo vuestro –Y terminé mi presentación.

El profesor en todo el momento se me quedó mirando casi sin parpadear, pero sin estar sorprendido. Regresé a mi sitio y me senté, ignorando todas las miradas burlonas…y tocó la campana, significando que es la hora del recreo y que todos se fueron al patio, excepto el profesor Nergâl, Rin y yo, para hablar del tema de la pelea. Nergâl parecía enfadado con nosotros.

-¿Me podéis explicar cómo empezó la pelea? –preguntó, mirándonos a ambos, pero buscando la respuesta de mi boca.

-La culpa ha sido de esta humana, que es una desagradable –Me culpó Rin, señalándome.

-Primero, tengo un nombre y es Marie y segundo, es de mala educación señalar a una persona –dije, con mi acostumbrada tranquilidad y esperando a que el profesor nos dejara marchar.

-Calma los dos –lanzo un suspiro Nergâl –No quiero más pelea en mi clase, ¿está claro a los dos? –Nosotros dos asentimos con la cabeza –Pues espero que sea así siempre y ya podéis ir al recreo.

Y los dos nos fuimos de la clase, dejando al profesor solo. Me fijé, cuando pasé por al lado del profesor, que no tenía o era muy pequeño, la oreja puntiaguda en la oreja derecha, pero que se tapaba perfectamente con el cabello. Me quedé pensando en que si el profesor no sería lo que ella creía y era en verdad un humano camuflado entre los puntiagudos. Rin se fue por su parte, yendo al patio con sus amigos, mientras yo me quedé dando vueltas por dentro del instituto. Es grande, reconozco, y muy bien equipado para cualquier emergencia. Me senté en uno de los sitios que hay justo a la entrada y saqué el folleto que me dieron cuando di mi matricula, en donde venía explicado todo el instituto en un mapa con leyendas. En la planta baja está la biblioteca y todos los departamentos y servicios, al igual que en las 2 plantas que hay. Las plantas tienen lo mismo, clases y una sala de informática. Viendo el mapa para memorizar cada parte del instituto, volvió a tocar la campana, avisando de que el recreo ya terminó y una gran bulla de gente empezó a moverse de un lado a otro, entonces, decidí quedarme en el lugar hasta que la bulla desapareciera. Mal hecho, porque de repente sentí un golpe en mi cabeza y noté como mi vista se nublaba hasta que caí inconsciente ¿Qué paso? Ni idea, tan solo me desperté atada en un árbol. Miré a mí alrededor, para saber que estaba en la parte trasera del instituto, atada a un árbol y que, por suerte, no estaba muy bien atada y pude escabullirme de ella perfectamente. Según vi en el cielo, ya era por la tarde y las clases ya había terminado ‘’Perfecto’’ pensé, recordando la bronca que me llevaría al día siguiente del profesor. Cuando empecé a caminar, escuché unos pasos cerca de mí, y pude ver a Rin y su grupo de amigo, con más cuerda mientras sonreían.

-Oh, ¿La humana?…no, Marie ¿ya estás despierta? –dije con algo de picardía en su voz. Me quedé mirando a los demás, atenta a todo –Te vas a enterar de quien manda aquí.

-Lo siento, pero no tengo tiempo para jugar con niños de papá –lancé una leve risa y me metí entres dos de sus amigos, corriendo del lugar para alejarme.

-Maldita humana… ¡vamos a por ella! –gritó y él con sus amigos empezaron a correr detrás mías.

Ellos eran más, pero yo era rápida, aunque tenía que vigilar en no caerme con cualquier cosas del suelo, pues me costaba trabajo correr con los zapatos y tenía cuidado con la falda, para que no viera nada. Llegamos a la ciudad y era ya de noche, aunque el grupo aún seguía persiguiéndome, por lo que tenía que tirar por otras calles para perderlos de vista. Y lo conseguí, se cansaron de perseguirme pero estaba perdida, no sabía por dónde tirar ni nada, así que me quedé esperando, sentada en un bordillo hasta que hubiera algo de luz, aparte de las farolas. Empezó a hacer frío y me abracé a mí misma, odiando cada vez más a los puntiagudos. A lo lejos divisé un coche blanco con las luces encendidas y que se paró justamente enfrente mía, me quedé mirando, sin saber bien quien era hasta que salió del coche.

1º Capítulo: Humanos

Rakshasas

1º Capítulo: Humanos

Râkshin, es el mundo donde habitan dos razas diferentes, pero a la vez iguales. Son los humanos y los ''puntiagudos'', llamados así por sus orejas puntiagudas, parecidas a los famosos seres mitológicos que viven en bosques, los elfos. Estas dos razas siempre han tenido sus pro y contras; los humanos son hábiles en lo que se requiere a la construcción, pero los puntiagudos tiene una gran diferencia, pueden usar lo que es llamado ''Benzene'', una especie de poder que han desarrollado con el tiempo y que los humanos carecen. Las dos razas no pudieron vivir en paz y al final pasó lo que se prevenía...La Gran Guerra, entre los puntiagudos y humanos. ¿Cómo acabó? Los puntiagudos ganaron, haciendo así a esta raza la dueña del mundo, mientras que los humanos fueron condenados a vivir en la oscuridad de esta raza mágica.

Ahora estamos en Ingrant, la ciudad más grande del mundo, cien años después de esa fatídica guerra. Los pocos humanos que habitamos la ciudad están escondidos entre la multitud, aparentando ser puntiagudos mediante operaciones de oreja, aunque no todos los humanos hacemos eso. Pocos se atreven a dar la cara en la ciudad, mostrándose tal y como son, humanos, aunque se condenan a vivir en la miseria y siendo maltratados por los puntiagudos, trabajando como de esclavos, prácticamente. Yo soy una de esos humanos locos, según la mayoría.

Me llamo Marie Schenezl y sí, soy una humana que, por causas desconocidas, puedo vivir ''tranquilamente'' en la ciudad, pues el gobierno del lugar me permite tener una vivienda y una pequeña pensión, con el suficiente dinero para poder comprar alimentos, aunque hago pequeños trabajos para los puntiagudos, para conseguir algo extra y tener caprichos. Tengo 17 años y, por obligación de la ley, tengo que ir al instituto y tener que estar rodeadas de los ''monstruos'' como los llamo yo durante 8 horas diarias, aunque debo reconocer que no todos son iguales y algunos respetan a los humanos como iguales. Desgraciadamente, o hay pocos o son unos cobardes que no son capaces de expresar sus ideas. ¿Mis padres? Ni idea, desde que tengo conciencia, he estado sola. No sé nada de ellos ni siquiera su voz, triste ¿verdad? pero no me importa, me he acostumbrado a esta soledad…Mañana, empieza el instituto.

El despertador suena a las 7:00 am. Alzo mi mano y le doy al botón de apagar, para que dejara sonar el dichoso despertador, con bastante pereza me levanto y me visto con el uniforme escolar femenino, que consta de una falda tableada de color rosa y una camiseta sencilla de color blanco, decorado con un lazo en el cuello del mismo color que la falda. Y ya al gusto de cada persona, eligen medias de diferente formas, y el mío era de color blanco casi trasparente, que acababa en el muslo con encajes. Una vez vestida, me dirijo al espejo más próximo y me quedo mirando, fijándome en mi cabello castaño y ojos del mismo color, con las orejas normales, a mi parecer. Me pongo una horquilla de un conejo blanco y listo, ya estaba preparada para afrontar mi vida como estudiante en este año. Por el camino iba desayunando una tostada, ignorando a los que se burlaban de mí por ser humana, total, ya estaba acostumbrada a las burlas. Por el camino me fijaba en todos los aparatos que usaban, coches, motos, camiones, móvil, etc. Objetos creados por humanos que ahora son usados por los puntiagudos, irónico, ¿verdad? Lancé un suspiro y seguí con mi camino hasta llegar al instituto Lotwèn, uno de los más prestigiosos del país y en el que, desgraciadamente, no hay ningún humano, solo yo. Con decisión, pero sin ganas, entré dentro y me acerqué a las lista de clase, para averiguar en la clase que me tocaba. Los demás alumnos, con miedo y desprecio, se apartaban de mi lado, aunque no me importaba. En el tablón, mi nombre estaba dentro de la lista de 1ºB. Subí las escaleras en busca de mi clase, que por lo que he visto en el mapa, estaba en el primer piso a la izquierda. Encontré la clase y entré en ella, fijándome en que todos estaban ya en clase, menos el profesor. Todas las miradas se dirigían a mí, con sorpresa ya que nunca habían visto a un humano estudiando. Me siento en un sitio que está en el medio al lado de la ventana y me quedé esperando al profesor, mientras miraba por la ventana.

-Humana, ¿qué haces aquí? –dijo uno de los puntiagudos que se acercó. Piel morena y cabello claro, con ojos rojos.

-No te interesa –respondí, sin quitar mi mirada de la ventana. Todos se sorprendieron de que no me girara para verlo y pasara de él.

-Mira, humana –me coge del hombro y me obliga a girarme, para verle la cara –Aquí los humanos no son bienvenidos, así que te largas.

-¿Y si no quiero? –Lo que dije pareció una propuesta de pelea, ya que él se lo tomó así y me tiró de la mesa.

Me levanté con bastante rapidez y me quedo mirando, sin moverme ni siquiera. En cambio, el moreno, se acercó y me lanzó un puñetazo, pero lo esquivé con rapidez. Lo que no me imaginé es que otro pusiera el pie de por medio, provocándome que cayera al suelo y todos se pusiera encima de mí. Cuando iba a recibir un puñetazo, se escuchó una puerta abriéndose.

-¿Se puede saber qué es lo que hacéis? –preguntó el hombre que acababa de entrar, mientras oía como sus pasos se acercaban a nosotros.

-Es que esta humana me amenazó –Dijo en tono de miedo el moreno, mientras se levantaba. Pude ver al profesor, pálido y el pelo moreno, las orejas las tenía escondida con el cabello.

-Ya hablaremos los tres –dijo el profesor, en tono amenazantes mientras que todos se sentaban en sus sitios. Uno de ellos se sentó en el lugar donde estaba y lo maldije por dentro, y al final acabé sentándome en medio de la clase.

-Me llamo Nergâl Chrindgùl, y seré vuestro nuevo profesor y tutor –se presentó y empezó a decir los nombres en alto, para recordar mi cara. Tan solo me quedé mirando hacia el frente, lanzando leves miradas hacia el profesor, esperando a que pasase el tiempo.