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sábado, 23 de julio de 2011

Capítulo 3: Nuevo Amigo


3º Capítulo: Nuevo amigo

El dueño del coche salió, y tengo que reconocer que fue la persona que menos me esperaba ver. Era mi profesor Nergâl, que salió del coche y se acercó a mí, notándose sorprendido de verme ahí sentada, de noche después de que haya faltado al primer día de clase, me quedé mirándole con algo de seriedad.

-¿Qué haces aquí, Marie? –me preguntó, agachándose hasta quedar a mi nivel. Yo seguía en mi posición.

-Sentada, ¿no lo ves? –respondí, con tranquilidad y mirando hacia un lado.

-¿Y por qué no has venido a clase? –volvió a preguntar, mirándome casi sin pestañear, como si me analizara.

-…- No dije nada, aun mirando hacia un lado.

-No vas a contestarme, ¿verdad? –No hice nada, ningún movimiento ni una pequeña mirada hacia el profesor.

Nergâl suspiró y se levantó, a lo que volví a dirigir mi mirada hacia él. Este se acercaba al coche y abrió la puerta del copiloto, invitándome a entrar en el coche. No sabía qué hacer, entrar o quedarme sentada en la acera aunque esa segunda idea no me hacía mucha gracia, así que solté un suspiro y me levanté, entrando en el coche. El profesor soltó una sonrisa al ver que aceptaba su invitación y entró en el coche, en la parte del piloto. Antes de empezar a conducir me miró y noté que tenía el ojo izquierdo negro y el derecho rojo.

-Doy a suponer que te has perdido, ¿verdad? –me sonrojé levemente y miré hacia la ventana –Así que te llevo a casa –y fue cuando puso en marcha el coche.

Me quedé en silencio, mirando como pasaba las calles por la ventana. Sabía que Nergâl sabía dónde yo vivía, pues estaba en la matrícula así que no hizo falta hablarle para decirle mi calle. ‘’Ayuda’’ es lo que escuché en mi mente y me sorprendió bastante, bajé la ventana del coche y saqué la cabeza para mirar a mi alrededor y volví a escuchar la misma voz en mi cabeza. Nergâl vio lo que hacía y paró el coche, y cuando paró salí de este. Miré entre los callejones y noté un movimiento en la sombre y me esperé. De ese callejón salió un pequeño perro grisáceo con las orejas negras, que me miraba fijamente a lo que me agaché y lo cogí en brazo.

-¿Estás solo? ¿Y tus dueños? –El perro solo se me quedó mirando, débil -¿Quieres venir conmigo? –el perro movió la cola y ladró un poco, feliz.

Sonreí y me levanté, con el perro en brazo. Nergâl estaba fuera del coche, fumando mientras me esperaba y no se sorprendió verme con el perro en brazo, tan solo sonrió y volvió a meterse dentro del coche. Hice lo mismo y acomodé al perro entre mis piernas y miro al profesor.

-No…te importa, ¿verdad? –pregunté, mirando de reojo al profesor, acariciando la cabeza al perro.

-No te preocupes, no me importa –tiró el cigarro por la ventana del coche y volvió a conducir.

En menos de 15 min. llegamos a la puerta de mi apartamento y me bajé del coche con el perro en brazos. Me acerco a la ventana del profesor y este se me quedó mirando desde dentro del coche. Alzó una mano y acarició suavemente al perro.

-Soy tu tutor, así que cualquier problema que tengas, avísalo- me lanzó una leve sonrisa y miró hacia el frente, y noté que su oreja izquierda sí que era puntiaguda. Me aparté un poco y el coche arrancó, alejándose.

Me metí en mi apartamento y dejé al perro libre, para que oliera su nuevo hogar. El apartamento no es muy grande, pero tiene lo necesario para vivir, un cuarto, una cocina, un pequeño salón-comedor y un cuarto de baño, con decoración sencilla. Dejé mi cartera en la pequeña mesa del salón y fui a la cocina, sacando de la nevera unas salchichas y se las di al perro, que se lo comió con bastante rapidez. En un plato, lo llené de agua para que pudiera beber.

-Mañana te compraré comida para perro… -y me quedé pensado en el nombre –y te llamaré… ¿Poochy? –el perro movió la cola, alegre.

Sonrío y abrazo a Poochy. Empecé a caminar hacia mi cuarto y entré, mostrando un cuarto no muy grande, pero con un escritorio en la parte derecha y al lado el armario. La cama estaba en la parte izquierda y en frente, una ventana con una pequeña terraza, que te dejaba a la vista gran parte de la calle. Me quité la ropa y me puse una camiseta de tiranta de color rosa pastel con un pantalón corto a juego. El perro se subió a la cama y esperó a que me echara, algo que me sacó una sonrisa y me tumbé en la cama, al lado de Poochy, que empezó a jugar con mi mano con suavidad y moví mi mano, para darle más juego.

-¿Sabes, Poochy? A partir de ahora serás mi amigo –Poochy pareció entenderlo, pues empezó a hacerme mimos con su cabeza en mi mano –Aunque me pregunto… ¿Qué hacía el profesor a esas hora de la noche?

Me quedé boca arriba, pensando en todo lo ocurrido en este día, el cómo me hice un rival y me hizo perder un día de clase, sobre el profesor Nergâl, que no se había enfadado conmigo y encima me había ayudado, trayéndome a casa y del como escuché la voz de Poochy en mi mente. Me giré para verlo, pero se había quedado dormido, acurrucado sobre sí mismo. Cierro los ojos para dormir también deseando, en cierto modo, que llegara el día siguiente para ver qué es lo que podía pasar.

Afuera del apartamiento. Un hombre estaba observando desde el tejado de la casa de enfrente a Marie, que se había quedado dormida con el perro. Este hombre llevaba una capa, que le tapaba todo el cuerpo y solo se le dejaba ver el ojo izquierdo, rojo como la sangre misma y, al cabo de un rato, desapareció.

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