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jueves, 21 de julio de 2011

Capítulo 2: Secretos y un nuevo rival.

2º Capítulo: Secretos y un nuevo rival

Una vez que el profesor se presentó, empezó a explicar las mismas reglas de cada año, nada cambiaba ni un poco. Algunos alumnos estaban atentos al profesor, pero yo solo me quedaba mirando al profesor sin escucharlo, absorta en mis pensamientos... ¿por qué no dijo nada en mi contra cuando me peleaba con otro? lo normal hubiera sido castigarme o expulsarme de la clase, pero tan solo dijo una frase y daba su clase con normalidad. El moreno tampoco atendía, solo se quedaba mirándome con un brillo en los ojos, enfadado, iba a ser un día muy duro. Una vez que el profesor terminó su explicación, nos pidió que salgamos en orden a decir nuestro nombre, edad y contando algo de nosotros. En ese momento maldije al profesor, porque eso sería una de las formas para meterse conmigo, pero que se le va a hacer, así son los puntiagudos.

Empezaron a salir varios alumnos a decir su nombre, pero ninguno de ellos me interesaba, salvo uno, que salió y escribió su nombre con bastante energía, mirando a todos. Era el moreno que se metió conmigo.

-¡Hola! Me llamo Rin Asmtred y soy el futuro heredero de la gran compañía Asmtred –Casi gritó, y apto seguido señaló hacia un sitio. El mío, para ser exacto –Y tú, humana sin nombre, te las verás con alguien tan grandioso como yo- Dijo con decisión y brillos en sus ojos. ¿Qué hice yo? Pasar de él, algo que no le gustó mucho.

-Asmtred, a tu sitio, que no quiero pelea –ordenó el profesor y este lo obedeció, pasando al lado de mi sitio y mirarme.

Lancé un leve suspiro y volví a mirar a los alumnos que salían uno a uno hasta que, por desgracia, me tocó a mí. Me levanté lentamente y caminé sin ganas por el pasillo, esquivando los pies que, misteriosamente, estaban en mi camino. Llegué hacia la pizarra y escribí mi nombre con letra cursiva y me giré, para ver a la clase entera y al profesor, que estaba tomando notas de lo que podría ser el carácter de los alumnos y cosas de esas que escriben los profesores de nosotros.

-Me llamo Marie Schenezl, y como podéis ver, soy una humana –dije, con total tranquilidad, mientras se escuchaba los murmullos de todos los alumnos –No tengo padres, no soy de una familia rica ni nada parecido a lo vuestro –Y terminé mi presentación.

El profesor en todo el momento se me quedó mirando casi sin parpadear, pero sin estar sorprendido. Regresé a mi sitio y me senté, ignorando todas las miradas burlonas…y tocó la campana, significando que es la hora del recreo y que todos se fueron al patio, excepto el profesor Nergâl, Rin y yo, para hablar del tema de la pelea. Nergâl parecía enfadado con nosotros.

-¿Me podéis explicar cómo empezó la pelea? –preguntó, mirándonos a ambos, pero buscando la respuesta de mi boca.

-La culpa ha sido de esta humana, que es una desagradable –Me culpó Rin, señalándome.

-Primero, tengo un nombre y es Marie y segundo, es de mala educación señalar a una persona –dije, con mi acostumbrada tranquilidad y esperando a que el profesor nos dejara marchar.

-Calma los dos –lanzo un suspiro Nergâl –No quiero más pelea en mi clase, ¿está claro a los dos? –Nosotros dos asentimos con la cabeza –Pues espero que sea así siempre y ya podéis ir al recreo.

Y los dos nos fuimos de la clase, dejando al profesor solo. Me fijé, cuando pasé por al lado del profesor, que no tenía o era muy pequeño, la oreja puntiaguda en la oreja derecha, pero que se tapaba perfectamente con el cabello. Me quedé pensando en que si el profesor no sería lo que ella creía y era en verdad un humano camuflado entre los puntiagudos. Rin se fue por su parte, yendo al patio con sus amigos, mientras yo me quedé dando vueltas por dentro del instituto. Es grande, reconozco, y muy bien equipado para cualquier emergencia. Me senté en uno de los sitios que hay justo a la entrada y saqué el folleto que me dieron cuando di mi matricula, en donde venía explicado todo el instituto en un mapa con leyendas. En la planta baja está la biblioteca y todos los departamentos y servicios, al igual que en las 2 plantas que hay. Las plantas tienen lo mismo, clases y una sala de informática. Viendo el mapa para memorizar cada parte del instituto, volvió a tocar la campana, avisando de que el recreo ya terminó y una gran bulla de gente empezó a moverse de un lado a otro, entonces, decidí quedarme en el lugar hasta que la bulla desapareciera. Mal hecho, porque de repente sentí un golpe en mi cabeza y noté como mi vista se nublaba hasta que caí inconsciente ¿Qué paso? Ni idea, tan solo me desperté atada en un árbol. Miré a mí alrededor, para saber que estaba en la parte trasera del instituto, atada a un árbol y que, por suerte, no estaba muy bien atada y pude escabullirme de ella perfectamente. Según vi en el cielo, ya era por la tarde y las clases ya había terminado ‘’Perfecto’’ pensé, recordando la bronca que me llevaría al día siguiente del profesor. Cuando empecé a caminar, escuché unos pasos cerca de mí, y pude ver a Rin y su grupo de amigo, con más cuerda mientras sonreían.

-Oh, ¿La humana?…no, Marie ¿ya estás despierta? –dije con algo de picardía en su voz. Me quedé mirando a los demás, atenta a todo –Te vas a enterar de quien manda aquí.

-Lo siento, pero no tengo tiempo para jugar con niños de papá –lancé una leve risa y me metí entres dos de sus amigos, corriendo del lugar para alejarme.

-Maldita humana… ¡vamos a por ella! –gritó y él con sus amigos empezaron a correr detrás mías.

Ellos eran más, pero yo era rápida, aunque tenía que vigilar en no caerme con cualquier cosas del suelo, pues me costaba trabajo correr con los zapatos y tenía cuidado con la falda, para que no viera nada. Llegamos a la ciudad y era ya de noche, aunque el grupo aún seguía persiguiéndome, por lo que tenía que tirar por otras calles para perderlos de vista. Y lo conseguí, se cansaron de perseguirme pero estaba perdida, no sabía por dónde tirar ni nada, así que me quedé esperando, sentada en un bordillo hasta que hubiera algo de luz, aparte de las farolas. Empezó a hacer frío y me abracé a mí misma, odiando cada vez más a los puntiagudos. A lo lejos divisé un coche blanco con las luces encendidas y que se paró justamente enfrente mía, me quedé mirando, sin saber bien quien era hasta que salió del coche.

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