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martes, 26 de julio de 2011

Capítulo 4: ¿Benzene?



Capítulo 4: ¿Benzene?

Volvió a sonar el despertador a las 7:00 a.m., Poochy empezó a ladrar y a darme leves golpes con la cabeza para despertarme y que apagase el despertador. Alcé mi mano y le di al botón del despertador y se apagó, haciendo que Poochy se calmara un poco. Me levanté, con pereza, y me cambié rápidamente para ponerme el uniforme escolar. Una vez que ya estuve lista, fui a la cocina y saqué un poco de comida para el perro y más agua, para que pudiera estar solo tranquilamente.

-Cuando vuelva del instituto te compraré algo de comida, ¿vale? –le dije al perro y lo acaricié varias veces en la cabeza, para irme, cerrando la puerta con llave y Poochy dentro.

Y como siempre, empecé a caminar por el mismo camino hacia el instituto, observando mí alrededor. Noté a varios humanos junto a puntiagudos y me pareció muy curioso, porque apenas he visto a humanos por aquí. Estos eran seguramente sirvientes de los puntiagudos, como han acabado todos los humanos, o al menos en su mayoría. Pocos han tenido la suerte de vivir libre o de trabajar en algún trabajo normal, como por ejemplo mecánico. Así estaba yo por el camino, con mis pensamientos hasta llegar al instituto, quien ya me encontré con Rin, espiándome desde la pared del muro que rodeaba del instituto y que, cuando notó que yo le miraba, se escondió detrás de él. Lancé un leve suspiro y entré, recorriéndome el patio. Entro en el edificio y subo las escaleras, pero Rin sigue siguiéndome y ‘’espiándome’’, solté una leve sonrisa y seguí por el camino hasta llegar a mi clase y sentarme en mi sitio. Apenas había gente en la clase, tan solo dos chicas que hablaban, Rin sentado detrás de mí y yo, sentada. Me quedé pensando en lo que hacía ahora mismo Poochy, solo en una casa que es desconocida para él. Poco a poco empezaron a entrar más personas en la clase y ocupaban sus sitios, hasta que entró el profesor Nergâl. Pasó lista y empezamos a dar clase. Yo me quedaba mirando hacia el profesor, sin apenas atender en clase, pero notaba como Rin apenas me quitaba la mirada. Entre clase y clase, también en el recreo, Rin me gastaba varias bromas como ponerme el pie por delante o tirarme cosas, pero pasaba un poco de él y como era tan predecible, pues podía esquivarlo. Sus amigos del día anterior apenas se acercaban a mí, y los oí diciendo que sus padres les habían prohibido acercarse a mí. En el recreo me encontré con Nergâl, que se acercó.

-Toma, Marie –me dio varios papeles y me quedé mirando, primero a los papeles y luego al profesor.

-¿Qué es? –pregunté, señalando los papeles que me acaba de dar.

-Es el horario de clase, las normas y varias cosas más que entregué cuando no estabas –Respondió –y como no viniste, supuse que no lo tienes, así que guardé unas copias.

-Muchas gracias –Hice una leve reverencia y sonreí levemente. Y tocó la campana.

-Bueno, Marie, nos vemos en clase –Y se fue.

Por el camino leí los papeles que me había dado. Teníamos a 4 profesores en total. Nuestro tutor, Nergâl, era profesor de E.F., Matemáticas y Lengua, a los otros profesores no tenía ni idea de quienes son. Llegué a clase y me senté, así hasta que tocó la campana, avisando de que era la hora de irse. Recogí mis cosas y salí del edificio pero me llevé una sorpresa bastante grande. Poochy estaba sentado en la puerta esperándome. Me acerqué y me agaché para acariciarlo.

-¿Pero cómo has llegado aquí, Poochy? –pregunté.

-Anda, pero si la humana tiene un chucho –Escuché una voz de atrás. No me hizo falta girarme para saber que era Rin.

-Bueno, Poochy, vámonos a comprarte cositas –E ignorando completamente a Rin, me levanté y empecé a caminar con Poochy.

-¡Pero no me ignores! –gritó desde atrás Rin.

Ya por el camino, paré por una tienda de animales, comprando una correa con un collarín de color azul, un plato para perro y comida correspondiente. El dueño de la tienda, un puntiagudo, se echó a reír al verme con un perro, pero pasé de él. Le puse el collarín y la correa y nos dirigimos a casa.

Y así, durante todos los días. Rin intentaba meterse conmigo y al final Nergâl nos echa la bronca, sin saber cómo, Poochy estaba todos los días esperándome y Rin esperando para insultar tanto a Poochy como a mí, hasta que un día…

No apareció.

Al ver que no aparecía, me quedé esperando en la puerta, preocupada ya que nunca se había retrasado. Rin se acercó a burlarse de mí, pero cuando me vio preocupada y mirando la hora y también por todos lados, decidió callarse y pasó de mí. Nergâl, cuando ya todos los alumnos se habían ido, fue hacia la salida y se fijó que estaba aún en la puerta, quieta.

-¿Qué pasa, Marie? –preguntó, acercándose.

-Espero a Poochy… -dije, y volví a mirar a varios lugares, deseando divisar a Poochy.

-¿No ha venido? –preguntó y negué con la cabeza –Si lo veo, lo recojo y mañana lo tienes aquí. –Le sonreí en forma de agradecimiento y se fue.

Al ver que ya iba a hacer de noche y Poochy no aparecía, empecé a caminar deprisa por el barrio, preocupada por Poochy. Pregunté a los pocos que veía pero, o me ignoraban o decían no saber nada. Mi preocupación iba en aumento y ya era de noche, apenas se veía nada en las calles. Fui a casa para ver si estaba, pero al no verlo, en mi empezó a crecer con bastante fuerza una desesperación y salí corriendo en su búsqueda, hasta que volví a escuchar una voz en mi mente. Me llamaba, pero se le notaba cansado y doloroso. Seguí a la voz de mi mente hasta que lo vi.

Era Poochy, tirado en el suelo de un callejón, débil y lleno de golpes, algunas heridas graves de donde sangraba. Lo cogí en brazos y empecé a correr, algunas lágrimas caían sobre mis mejillas, llamé a varios veterinarios, pero ninguno de ellos me abría, y hasta más de uno de ellos, viendo el estado de Poochy, se negaba a curarlo por no tener dinero suficiente, además de que lo daban por perdidos por las heridas. Cansada ya de correr, me senté en una acera y miré a Poochy, como cada vez lo sentía más frío, su respiración era débil y estaba su sangre estaba por mi uniforme. Lanzaba ladridos pequeños de dolor mientras que mis lágrimas eran cada vez más intensas hasta que se convirtió en llanto. No quería que se muriera, lo deseaba con todas mis fuerzas.

De repente, una luz empezó a emanar de mi mano y tocaron a Poochy, y este se quedó rodeado de una luz agradable. Me quedaba mirando, con lágrimas, sorprendida por tal acontecimiento, ya que poco a poco las heridas de Poochy empezaban a curarse hasta que se cerró por completo. Ahora, Poochy descansaba en mis brazos dormido, completamente curado y tranquilo. Miré mis manos, intentando buscar alguna explicación lógica de lo que acababa de pasar, pero no lo conseguía.

Mientras tanto, no tan lejos del lugar. Un hombre, el mismo que estaba mirando a Marie por la ventana, estaba subido a un tejado de una casa cercana, contemplando todo lo que pasaba. Sonrió de forma amplia, mostrando un colmillo.

-Ya está… -dijo en un susurro que parecía lejano y desapareció.

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